VIOLENCIA CERO

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domingo, 10 de octubre de 2010

Cuando las palabras no dicen nada

Si escuchamos o escribimos las palabras: "abuso infantil", suenan abstractas, globales, siniestras, ajenas; pero, en verdad, no nos dicen nada.
Aunque a nuestra mente aparezcan sinónimos como malestar, horrible, escandaloso; en verdad, no nos dicen nada.
Esto suele suceder cuando las palabras se repiten, se manifiestan entre unos y otros, con pesar, con dolor, pero se rechazan en el mismo instante, porque, solemos alejarnos; "mejor ni pensar".
Evidente, que quiénes podemos hacer esto con nuestros pensamientos, no tenemos dos ojos que nos miran.
De lo abstracto a lo concreto, sólo bastó verme en sus miradas.
Dos nenas, doce y once, sentadas en una silla, en el medio su mamá; pidiendo ayuda.
Nos miramos a los ojos, ellas y yo. Nos reconocimos en el silencio de esas miradas. Hablaban las almas. Nosotras sólo observamos.
Las miradas abiertas tenían luz. Esa luz no se la habían podido borrar, una sonrisa angelical, no sé si provenían de ellas "conciente", abrazaron mi angustia. ¿Cómo disimular el dolor que me causaba su dolor?
Pequeñas, frágiles, "marcadas" para siempre.
En esas miradas vi reflejado el dolor silencioso, agazapado en el interior.
Sus miradas no demostraban el terror que sentían, sus cuerpos se habían sentados incómodos en las sillas.
Su ternura infantil se percibía en los gestos.
Ella, la mayor, abusada por su padre. Padre biológico. Tres años de atrocidades. ¿Testigo? Su hermana menor, a quien le contaba lo ocurrido. ¿Sabían que ese hecho puede "salvarla"? La menor, recibió maltrato, no abuso.
No sé si pueden concebirlo, sentirlo, vivirlo.

¿El padre? Libre.
La policía ya hizo lo que le correspondía. Ahora, quedan los Tribunales.
¿Mientras tanto?

Sus ojos, todavía, me miran. Sus sonrisas, abrazan mi angustia.
¿Mi compromiso? Esa palabra queda chica, para expresar lo que siento.
El abuso infantil debe ser parte de la agenda pública.
Todavía mi estómago se anuda, mi garganta se cierra, mis ojos lloran.

Esas miradas piden clemencia.
A esas nenas les tenemos que devolver el amor por la vida.

2 comentarios:

  1. terrible Grace, pero gracias a personas comprometidas como vos, esas nenas tienen esperanza. Seguí con tu labor

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  2. Muchas gracias Arlene,
    no bajamos los brazos nunca.
    Sólo que, a veces, nos da impotencia, rabia...
    Besos.

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