VIOLENCIA CERO

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VIOLENCIA CERO. ES MI COMPROMISO DIARIO

miércoles, 6 de octubre de 2010

¿Cuándo las incomodidades pasaron a ser parte de los usos y costumbres?

Estar parados dos horas en la Autopista; los colectivos, los autos que saben que no llegan a cruzar antes de que cambie la luz del semáforo, lo hacen de todas formas, y, quedan justo para que nadie pueda pasar; los que intentamos cruzar una senda peatonal que no tiene semáforo; la cola en un Banelco; intentar sacar algún documento; hacer un trámite; pagar un impuesto; viajar en tren; ir por una ruta señalizada, en la cual nunca hubo un accidente.
Miles de cosas de las que nos acostumbramos. No sólo eso, nuestros días, tienen infinitas horas perdidas en "acomodarnos" a esta realidad injusta, incierta, desgastante. Sin embargo, cada día, le damos un espacio más amplio. No queda otra, para sobrevivir, hay que adaptarse al sistema. Nefasto.
"El estres de ser argentinos".
Acampan en medio de la 9 de Julio (no estoy en contra del reclamo justo). Pero, todos los que toman la 9 de julio para trabajar, para internarse, para ir a ver a un amor que hace mucho no lo tiene a su lado, para que pase alguien en una ambulancia que corre el riesgo de vida, para los turistas, para todos los que queremos pasar por ahí. Horas dando vueltas, tomando atajos, que nunca son así, largos vericuetos entre caras agotadas, gestos de resignación, olor a podedumbre ciudadana.
Insisto los reclamos, sobre todo, de gente que quiere trabajar, son bienvenidos, en tiempo y forma.
"La sacaste barata, sólo fue un susto"; te dejaron sin nada, pero no te mataron. La inseguridad nos hizo tener una templanza surrealista con la adversidad; somos expertos en darnos aliento, sólo con observar lo mal que le fue al "otro". Un otro, que podemos ser nosotros mismos. Nos vamos relajando con ciertas cosas.Un estilo "gótico" mezclado con la "cumbia villera". Un cuadro pintado entre negros oscurisimos, grises desolados y, apenas, unas pinceladas blancas; dándole una tonalidad de alivio.
¿El instinto de supervivencia? Tal vez. ¿No nos queda otra? Tal vez.
"Salvese quien pueda", por eso, entramos a los codazos en el subte, trenes.
"Seguro que este vino a complicarme la vida", típica frase nuestra de cada día.
Recuerdo los primeros cartoneros en la 9 de Julio. La tristeza nos ahogo un poco, sentimos que Buenos Aires, se estaba contagiando de las grandes urbes del mundo. Había, cada vez, más gente pidiendo en las calles. Nos duro poco, esa sensación, nos acostumbramos. A los chicos pidiendo, limpiando vidrios, haciendo malabares.A los que daban un beso en el subte, a cambio de una moneda. Nos ponía incómodos; también nos entregamos a esa escena.
Podríamos citar varias más, ustedes se deben estar acordando de centenares.
El reclamo silencioso agotador humillante de ciudadanos que, a diario, regalan horas valiosas de sus vidas para "ajustarse" al andar barroco de un sistema escabroso.
Muchas veces se usa el pueblo feliz, es más, hasta yo la usé en varias ocasiones. ¿Por qué quién no quiere ver a un pueblo feliz? Pueblo: palabra que respeto con profundo amor.
Deberíamos preguntarnos: ¿cuándo Argentina es feliz?
¿Podemos ser felices "acomodando" las incomodidades? (recordemos que somos limitados) ¿Se puede ser feliz, individualmente, si como pueblo nos comportamos así?
¿Se pueden cambiar algunas de esas incomodidades o ya estamos tan acostumbrados que nos sacarían parte del estrés diario de ser argentino?
Debo confesarme, quiero tener calidad de vida, quiero que, desde hoy, hasta el resto de mi vida, empezar a sentirme incómoda. Tan incómoda que mi compromiso por cambiar algo, tengo un poco del aroma fresco, de la brisa de la juventud. Esa, que todo lo atropella porque se siente "inmortal".
"Oíd mortales, el grito sagrado... Libertad, libertad, libertad"...
¿Somos libres siendo cómplices de tanta "incomodidad"?

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