VIOLENCIA CERO

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miércoles, 29 de diciembre de 2010

Entre el tren y el shopping

El miércoles, 22 de diciembre, tuve que viajar desde Monte Grande hasta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Este es un mes complejo para movilizarse en auto, ni qué decir, estos últimos días con cortes y demás cuestiones, que conocemos todos los que manejamos por esta bendita Buenos Aires.
Con 37 grados de calor que reinaban la tarde, decidí, viajar en tren, línea General Roca. Quisiera aclarar que es un medio de locomoción, al que considero, rápido y cómodo (en buenas condiciones, claro) Y, que Argentina debería estar unida a través del tren.
Llegó a la estación, las boleterías con sus vidrios negros, no se ve quién está del otro lado, un cartel que dice: "pago exacto". Busco monedas por todas partes y consigo $1,35 el importe de un boleto ida a Plaza Constitución. Cruzo me siento en una sala de espera, totalmente ahogados, escucho que nadie saca boleto porque no tienen las monedas para hacerlo. Deducción: sólo le venden boletos a los que tienen las monedas, creo que debo haber sido una de las únicas que lo pagué.
Pregunta: ¿cómo puede una empresa darse el lujo de no vender boletos por semanas? Explicación que escuché: "está subsidiada por el Estado, por eso, le da lo mismo". Entiendo que no es una respuesta correcta. Primero, a la empresa le interesa ganar dinero, segundo, el servicio deja mucho que desear. Los trenes están rotos, no se viaja a horario, es lamentable. ¿Con esa plata que se pierde, no serviría para mejorar el servicio? ¿No se descomprimiría el tránsito si volviéramos a los trenes?
Las miradas de cansancio, los rostros acalorados, las manos y los pies hinchados, el aire caliente que sobre volaba, el andar pausado, el ruido inconfundible de las ruedas sobre las vías, los gritos de los vendedores ambulantes: desde doscientos diez temas en Mp3 hasta encendedores gigantes, los saludos de los nenes para mendigar una moneda, el bullicio de los pasos cuando frenaba en una estación, el soñar perdido de una Argentina grande.
Del tren al subte. Del subte al dentista. Del dentista a Alto Palermo.
¿Hay más de un país?
Las manos llevando muchas bolsas con regalos, las vidrieras hermosas con motivos navideños, gritos de adolescentes porque había dos actores de moda, firmando autógrafos, a beneficio de dos entidades de bien público, distintas fragancias de perfumes en promoción, una larga cola para consumir un helado, un aire fresco sobrevolaba, las miradas sonrientes contando los presentes, investigando las promociones, las manos y pies descansaban tomando algo en el patio de comidas, el bullicio en los locales de personas entusiastas, el soñar perdido de una Argentina grande.

En mi rol de política, en mi rol de fundadora de una fundación, en mi rol de escritora. Cada uno de ellos tiene un punto de vista distinto de la misma secuencia de sucesos. Los tres se hacen cargo de lo sucedido. Los tres quisieran que esa brecha no sea tan ancha. La impotencia los sacudió a los tres. Hacer algo ya sería lo correcto. También saben que es mucho mas complejo que escribir unas líneas. Pero, empezar a decirlo, es el comienzo. Seguir trabajando, es lo que continua.

En mi corazón quedaron grabadas las miradas. Hay que gobernar para toda la Patria. Todos somos Argentina.

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