Esencia, sutil y
enigmática.
Perfume, aroma,
bálsamo.
Flores perlas
mujeres
La luz de la
vela titilaba más rápido, emitía un crujido insoportable.
Ella,
extravagante dueña de su decisión marchó sin convencimiento al otro lado de la
luna, ese lugar donde sólo transitan los cobardes. No los valientes. Nadie se
animaba a ir, no era por invitación arriesgada, sólo decisión.
La vela crujió y
se partió en dos, la sobresaltó pero no la frenó.
Las ánimas
estaban sudorosas.
La juventud
desolada lejana no era ella.
Impávido él la
miraba descender por la colina hasta llegar a la vera del río, donde se tejen
las canciones más tristes.
Las perlas y las
flores blancas animaban su espíritu por el grito de la nostalgia.
El perfume a
azahares, la transportaba a un lugar desconocido porque no podía dilucidar
dónde.
“No pretendo
desenterrar al viejo bizco, sólo quiero saber si fue él quien lo dijo”.
El violeta con
el naranja; el rojo con el verde; el azul con el ocre; el blanco con el mismo.
La influencia de
él había llegado a límites encarnecidos.
Jamás entendió a
los hipócritas ni a los arrepentidos.
Cuestión de
hundirse en el mérito y no en el destierro discontinuo.
La fábrica de
aspirinas significaba una degeneración en el proceso hacia el mundo interior
corrompido por la química. Enjuague bucal con gusto a yodo.
En el camino de
la vida, nos encontramos con imágenes de colores y texturas diferentes. Con
lugares oscuros y placeres de colores.
Con amores
espantosos y sexo religioso. En el transcurso de la vida, las mañanas son luz y
las noches son soles.
¿Cómo te lo
digo?
Tengo muchas
ganas de estar con vos. Tengo ganas de conocerte, de entablar una relación, de
cenar a la luz de las velas, de crecer los que nos queda de vida juntos, de
abrigarnos de consolarnos de amarnos como nunca nadie nos amó.
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